Imagina que estás saliendo de tu casa y de repente un tigre está frente a ti, listo para atacarte.
Sin que te des cuenta, tu cuerpo reaccionará para prepararte a luchar o huir. El miedo es nuestra propia reacción involuntaria al peligro percibido por cualquiera de nuestros sentidos, y es cierto para todos los mamíferos, incluidos los humanos. Es una respuesta genéticamente determinada para proteger nuestra vida.
De repente te vuelves intensamente asustado, hiperactivo y vigilante, tu boca se seca, tus pupilas se dilatan, el corazón se acelera, respiras rápido, la sangre se bombea a las áreas del cuerpo que la necesitan más como los brazos y las piernas, se envía menos sangre a tus órganos internos, sudas excesivamente, y de repente te estriñes y no puedes orinar. Todo esto en respuesta inmediata a la amenaza, y en un esfuerzo por mantener tu supervivencia.
Todo esto está mediado por nuestro cerebro, principalmente por un área conocida como “La amígdala”, en coordinación con la parte frontal del cerebro y los reguladores cerebrales de múltiples hormonas.
Múltiples neurotransmisores y hormonas están involucrados en la Respuesta al Miedo, algunos para facilitar la “lucha y huida”, otros para proteger al cuerpo de las lesiones relacionadas con la protección del cuerpo humano. Principalmente norepinefrina y cortisol.
Imagine que esta reacción ocurre
repentinamente, sin amenaza. Ese es un ataque de pánico.
Una sensación repentina e intensa de miedo, pérdida de control y peligro, con frecuencia miedo a morir, con palpitaciones intensas del corazón, sudoración excesiva, dificultad para respirar, calambres en el abdomen, escalofríos, molestias en el pecho, sensación de entumecimiento y sensación de estar desconectado.
Las personas que han experimentado ataques de pánico le dirán que uno de sus mayores temores es tener otro debido a que las personas sienten que están muriendo y los síntomas son similares a los de problemas médicos más serios, como un ataque cardíaco. Con frecuencia acuden a la sala de emergencias para ser evaluados y, es común que se sometan a exámenes bastante costosos para descartar problemas médicos principalmente aquellos relacionado con enfermedades del corazón.
Aunque sabemos qué parte del cerebro está involucrada en la respuesta de miedo severa, no sabemos cuál es la causa de los ataques de pánico. Se han desarrollado múltiples teorías que incluyen predisposición genética, cambios cerebrales, temperamento biológico y alta sensibilidad al estrés.
Con frecuencia, encontramos múltiples miembros de la misma familia que sufren ataques de pánico, personas que recientemente han experimentado cambios importantes en la vida, como muertes en la familia, separaciones o preocupaciones financieras importantes. Se ha encontrado que es frecuente entre las víctimas de abuso físico o sexual, víctimas de violación, y en algún momento en pacientes que tienden a abusar de la cafeína o la nicotina.
Los ataques de pánico empiezan súbitamente, los síntomas aumentan por los primeros 10 minutos, y los síntomas generalmente desaparece en aproximadamente 30 minutos, en algunas personas puede durar mas tiempo.
Si tiene uno o más ataques de pánico, se recomienda que visite a su médico de familia lo antes posible para que lo evalúen y, en algunos casos, lo remita a un proveedor psiquiátrico para un tratamiento más especializado. El tratamiento psicológico y social biológico está disponible para ayudarlo a disminuir la frecuencia de los ataques de pánico, así como para tratar los eventos individuales.
Los ataques de pánico no tratados pueden convertirse en algunas consecuencias graves que afectan significativamente la capacidad del individuo para funcionar en la familia, el trabajo y las relaciones sociales.
Una de las consecuencias más comunes de los ataques de pánico es lo que se conoce como ansiedad anticipatoria. También conocido como “El miedo a tener miedo”. Los pacientes que han sufrido ataques de pánico en serie comienzan a desarrollar ansiedad y tensión significativas entre los ataques y les resulta muy difícil sentirse relajados.
La evitación fóbica es otra complicación común de los ataques de pánico. Los pacientes comienzan a evitar situaciones que creen que pueden haber desencadenado ataques de pánico en el pasado, incluidos los lugares en los que puede sentir que no podrán obtener ayuda o escapar.
Una de las posibles complicaciones a largo plazo de los ataques de pánico es la “agorafobia”. Esto literalmente significa “Miedo a los espacios abiertos”, sin embargo, realmente significa que tienes miedo de cualquier situación en la que puedas tener un ataque de pánico y no ser rescatado o ser avergonzado. Esta complicación se generaliza y afecta seriamente la capacidad del individuo para funcionar en la vida, debido al temor constante de sufrir otro ataque de pánico.
En mi práctica clínica, he evaluado a pacientes con trastorno de pánico grave con agorafobia que han restringido seriamente su vida, hasta el punto de no poder salir de su casa y haberse mudado a vivircerca de una sala de emergencias médicas. Estas complicaciones no solo son incapacitantes para el paciente, sino para todos los involucrados en la vida del paciente.
Los ataques de pánico y el trastorno de pánico no son una debilidad de su carácter, son trastornos biológicos del cerebro que afectan su comportamiento y pueden ser tratados. Busca ayuda.